Jessé Oliveira
Há 8 anos
quinta-feira, 15 de janeiro de 2009
NOTAS
Por Jorge Arias, Jornal La Republica
"ORAÇAO" (ORACION), DE FERNANDO ARRABAL, EN EL TEATRO CARLOS CARVALHO, PORTO ALEGRE
Réquiem para dos voces y un violín
Jessé Oliveira ha tenido un gran éxito en todo Brasil con "Hamlet sincrético", una pieza que nuestro público admiró sin reservas cuando su reciente presentación dentro del "Expreso Porto Alegre estación Montevideo"; pero no es hombre de dormirse en los laureles.
JORGE ARIAS
Oraçao: un ensayo que muestra un dominio del arte y una aplicación dignos del mayor elogio.
Además de una obra de mayor formato, cuya idea nos adelantó Jessé en el café que está frente a la Casa de la Cultura Mário Quintana (sobre la cual guardaremos prudente reserva, pero que nos aprestamos a comentar cuando se estrene), ha ensayado sus destrezas con esta pieza, probablemente una pieza en un acto, de Fernando Arrabal.
Arrabal, nacido en 1932, es un escritor inquietante. Sus obras despiertan rechazo, adhesión, sorpresa; muy pocas veces indiferencia. Cuando escribe mails o similares su estilo parece extraído de un códice maya y referido a la Cábala. Se interesa en todo, desde el ajedrez (mantiene una columna bisemanal en "L'Express") a las fractales, objetos que dibujan imágenes esotéricas en cuya contemplación debe abismarse. Tenemos la convicción de que sus obras dramáticas son como espejos curvos, que sólo nos reflejan, pero en forma que no nos reconocemos, o como, según Merimée, las posadas españolas, donde sólo se encuentra lo que se ha llevado. "Oraçao" es una obra, si no menor en la producción de Arrabal, por lo menos secundaria. Al parecer se trata de una pareja, matrimonio o amantes (Ricardo Alvarenga y Tina Andrighetti), que han perdido un hijo, simbolizado por un violín que entra y sale de su estuche y al que ya nadie hace sonar como se debe. Hombre y mujer se reexaminan, tratan de ajustar sus nuevas distancias, sufren para sí, comparten el dolor. Muy pocas palabras se dicen, y las pocas que se oyen no nos parecieron integrar un diálogo; hay, en cambio, una especial atención al espacio. El director Jessé Oliveira, autor también de la escenografía y la iluminación, ha sabido crear ambientes mágicos, lugares comunes pero de apariencia irreal y llenos de vida, espacios que, por el contacto de los dos actores, cuya competencia y entrenamiento físico son superlativos, van cambiando hasta volver al principio. Todo puede comenzar otra vez, como vuelve el dolor cuando ya lo creemos calmado; y así, sin pausa ni fin visible, con un toque de desesperación aceptada con calma. Es "Oraçao", tal vez, un ensayo a propósito del texto de Arrabal, pero un ensayo que muestra un dominio del arte y una aplicación dignos del mayor elogio. *
Réquiem para dos voces y un violín
Jessé Oliveira ha tenido un gran éxito en todo Brasil con "Hamlet sincrético", una pieza que nuestro público admiró sin reservas cuando su reciente presentación dentro del "Expreso Porto Alegre estación Montevideo"; pero no es hombre de dormirse en los laureles.
JORGE ARIAS
Oraçao: un ensayo que muestra un dominio del arte y una aplicación dignos del mayor elogio.
Además de una obra de mayor formato, cuya idea nos adelantó Jessé en el café que está frente a la Casa de la Cultura Mário Quintana (sobre la cual guardaremos prudente reserva, pero que nos aprestamos a comentar cuando se estrene), ha ensayado sus destrezas con esta pieza, probablemente una pieza en un acto, de Fernando Arrabal.
Arrabal, nacido en 1932, es un escritor inquietante. Sus obras despiertan rechazo, adhesión, sorpresa; muy pocas veces indiferencia. Cuando escribe mails o similares su estilo parece extraído de un códice maya y referido a la Cábala. Se interesa en todo, desde el ajedrez (mantiene una columna bisemanal en "L'Express") a las fractales, objetos que dibujan imágenes esotéricas en cuya contemplación debe abismarse. Tenemos la convicción de que sus obras dramáticas son como espejos curvos, que sólo nos reflejan, pero en forma que no nos reconocemos, o como, según Merimée, las posadas españolas, donde sólo se encuentra lo que se ha llevado. "Oraçao" es una obra, si no menor en la producción de Arrabal, por lo menos secundaria. Al parecer se trata de una pareja, matrimonio o amantes (Ricardo Alvarenga y Tina Andrighetti), que han perdido un hijo, simbolizado por un violín que entra y sale de su estuche y al que ya nadie hace sonar como se debe. Hombre y mujer se reexaminan, tratan de ajustar sus nuevas distancias, sufren para sí, comparten el dolor. Muy pocas palabras se dicen, y las pocas que se oyen no nos parecieron integrar un diálogo; hay, en cambio, una especial atención al espacio. El director Jessé Oliveira, autor también de la escenografía y la iluminación, ha sabido crear ambientes mágicos, lugares comunes pero de apariencia irreal y llenos de vida, espacios que, por el contacto de los dos actores, cuya competencia y entrenamiento físico son superlativos, van cambiando hasta volver al principio. Todo puede comenzar otra vez, como vuelve el dolor cuando ya lo creemos calmado; y así, sin pausa ni fin visible, con un toque de desesperación aceptada con calma. Es "Oraçao", tal vez, un ensayo a propósito del texto de Arrabal, pero un ensayo que muestra un dominio del arte y una aplicación dignos del mayor elogio. *
sobre EVA, AVES MARIAS
Tina Andrighetti em solo, sob direção de Ana Fuchs e preparação de Ricardo Alvarenga
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